la casa de la montaña ue ia o

Guate sigue dandonos más que sorpresas... qué país... el lago Atitlán... llegar a él es una pequeña aventura en sí misma de autobuses, lanchas y... ahhhhh... sobrecogedora vista de enorme extensión de agua rodeada de montañas y volcanes. La lancha, como todo por aquí, llena hasta arriba... expectantes mirabamos por las ventanillas... según las indicaciones que teníamos para llegar a la casa de Rik, debiamos parar en el segundo muelle de San Marcos. Apetecía bajarse en todas las paradas... claro que aún no sabíamos lo que nos esperaba en la nuestra... San Marcos es un pequeño pueblo laberíntico con un par de calles de empedradas y el resto de pura tierra. Siguendo las indicaciones a la casa de Rik, pasamos con nuestros mochilotes por tres puentecillos de madera, estrechas callecitas... todo de lo más inspirador. Al llegar al comienzo de la colina a subir, Alex, al que más adelante conoceríamos pero en ese momento se quedó en informante, nos comunicó que Rik no estaba en ese momento pero por el mismo precio nos podíamos quedar en el Aaculaax, en una habitación con vistas al lago.... dicho y hecho, y allí pasamos un par de días, acompañados de algún que otro escorpión negro... Lucas una noche vió hasta nueve!!!.

La luna llena nos pilló en el hotel. Ese día habíamos conocido a unas happy hippies, dos americanas y una canadiense. Ahora nos hemos hecho super colegas de ellas... desde el principio flipamos con su dedicación a la energía, las flores, las rocas. Las conocimos paseando y nos llevaron hasta una cascada impresionante donde nos bañamos en bolas.

Por la noche nos invitaron a una fiesta de luna llena donde acabamos subido a un enorme árbol. Fue allí donde nos entró un pelín de paranoia ya que la habitación en la que nos quedábamos había sido robada un par de veces... las hippies nos aconsejaron que mandásemos energía para proteger nuestras cosas valiosas... agradecimos el consejo pero aún así nos fuimos a casa... por si acaso... En la habitación de al lado apareció Eli, japo embarazada de seis meses a la que nos subimos a la casa de Rick una vez este regresó.

Las vistas desde ahí arriba son demasiado... varios miradores, uno de ellos el del sol, que pueden observar en la entrada de la fiesta, otro el que observan arriba desde donde desayunamos, comemos... siempre flipados y sin creernos mucho a ratos que hayamos ido a parar a tan increible lugar. A Rick, el dueño de la casa, le teneis en la foto del desayuno con Lucas y ayer por la mañana conmigo... personaje como todos los que se encuentran por aquí... la historia de éste incluye tres años en el ejército americano y accidente de coche que le hizo entrar en razón y corazón. Ahora es un elfo de negocios, feliz cual lombriz que regala increibles abrazos en su casa de cuento, a la que se llega por un sagrado sendero maya montaña arriba. Y por aquí llevamos una semana. Yo he estado haciendo un curso de masaje Shiatsu y Lucas un poco de todo... pasear, tener más tiempo para visitar más pueblitos y conocer más gente... bien felices todo el tiempo, eso sobre todo. Sí es cierto que este lugar tiene energía especial y algo, poco a poco, no ha ido llegando. Por las mañanas nos paseamos por el lago, por las tardes por la ciudad... una de las cosas que más nos gustan es que por las noches no hay farolas, así que si hay luna chido pero si no hay... es todo lento y pura aventura. El único pequeño aspecto negativo de este pueblo es que la misa es retransmitida por altavoces y dura horas por las noches, cada noche... después de la misa, la mujer que peor canta en el pueblo (se la elige cada año, sólo pueden participar las que desafinen naturalmente) nos invita a escuchar sufridas canciones sobre el señor... y se oye por todas partes... por suerte en casa tenemos mp3s, altavoces... a parte de ese pequeño detalle, este lugar es el paraíso en la tierra... o uno de ellos... mil abrazos a todos.